Por Leandro Ortiz de la Rosa
He tenido que impartir una asignatura en tres de las cuatros universidades en la que he impartido docencia, le llaman en el pensum de derecho, ética profesional o deontología jurídica. Con apego a una series de principios que en ella se enarbolan les digo a los estudiantes dos cosas, cuiden la imagen que vale más que dinero en la profesión y eviten a como dé lugar ser un persecutor de su clase.
He tenido razones más que de sobra para someter a abogados de San Juan y de otros puntos del país. Con ellos me he visto en la necesidad de tener que conversar con ellos, a fin de aunar opiniones y propiciar entendimientos. De todos los antes dicho, me ocurren algunas reflexiones para los abogados de San Juan, con motivo de que he estado consultando la página del del Colegio de Abogados de la República Dominicana y me encuentro con que en contra de varios abogados de San Juan, han sido vertidas resoluciones con envíos en donde se apodera el Tribunal Disciplinario de Honor para que el fiscal nacional presente acusaciones sobre hechos que van contra la ética y la moral.
No conforme con esos sometimientos, también me encuentro con expedientes de la policía nacional, dentro de ellos profesionales con denuncias de falsificaciones de documentos y otros asuntos mas. En San Juan, existe un secreto a voces de que a una persona le llaman “La Sal de la Falsificaciones", a tal punto de qué firmas de algunos notarios la escribes igualita, y hechos que se mencionan de actuaciones no santas que digamos parte de ellas han llegado a mis manos.
De esos “ilustres abogados” hay varios dentro de ellos que no soy santo de su devoción. En verdad omitiré nombres no por temor ni por nada, ya qué tengo informes de sobras y de sus conductas y contubernios con jueces que han salido del sistema judicial y otros que tienen juicios disciplinarios en el Consejo Nacional de la Magistratura, evidencias y rumores hay demás. Le digo que de todos ellos tengo historias que dan grimas.
Sólo por el hecho de qué, nunca me convertiré en un persecutor de mi clase profesional, sin embargo, tengo que hacerles algunas reflexiones. En verdad, sé, qué, hay abogados notarios metidos en sus líos por complicidad con el mal y recibir prebendas de parte de oficinas de abogados, cuya historia de malas prácticas en el ejercicio de la abogacía, es por todos conocidas, a tal punto que pelean en equipos y manadas, como si fueran malandrines al fin…
Lo cierto es, qué, para el mes próximo tienen audiencias fijadas, la policía nacional tiene récord de ellos y otros órganos del Estado, notarios en complicidad también les llegará su San Martín, como puercos gordos al fin de esas inmundicias. Es importante decir, qué, un abogado notario, se enemistó conmigo motivado entre otras cosas por algunos artículos qué, en días pasados escribí acerca del mal ejercicio de la notaría en San Juan, también me llegó la información de que los suyos le llegará conforme a investigación que ya está encaminada.
Reitero, no soy persecutor de la clase abogadil, sólo me limitaré a hacerles algunas reflexiones. Cuando una persona llega a determinada edad lo único que le queda es vivir con calidad y dejar una buena impronta a sus hijos y nietos, porque no es posible que personas de cuarenta, cincuenta y hasta de setenta años, hoy están en malas prácticas de la notaría y la abogacía. Me he visto en la necesidad de mencionar la falsificación de documentos que involucran a partes de oficinas de abogados penalistas y centros digitales a causa de alteraciones de documentos para de forma fraudulenta sorprender a jueces para que salgan en libertad personas ligadas a hechos criminales, de ello nada se ha investigado, tal vez porque parece que hay un conciliábulo en dejar pasar esas malas prácticas.
De esos abogados por todos muy bien conocidos con un prontuario de temeridad, y violencia a quienes en su momento hemos enfrentado, deben saber qué, de todo aquello que económicamente han conseguidos los que menos hacen es disfrutarlo y hay quienes no les han ido mal en su ejercicio y disfrutan más que ellos, ya qué, con la valoración social le basta ¡No más colegas, basta ya de esas malas prácticas! El karma siempre les llega a cada uno si no tiene sincero arrepentimiento. Empiezo a hacer algunas reflexiones acerca de la ética del abogado, la cual dispone un conjunto de principios y normas que regulan la conducta profesional. Esta ética se enfoca en la honestidad, la integridad, confidencialidad, la lealtad, la independencia y el respeto por las leyes y normas legales. También vamos a mencionar algunos principios éticos clave:
Confidencialidad:
El abogado debe mantener en secreto la información de sus clientes y no revelarla a terceros sin su consentimiento.
Lealtad:
El abogado debe ser fiel a sus clientes y actuar en su mejor interés.
Competencia:
El abogado debe ser competente en su área de especialización y proporcionar asesoramiento legal adecuado.
Diligencia:
El abogado debe actuar con diligencia y no demorar indebidamente los asuntos de sus clientes.
Imparcialidad:
El abogado debe ser imparcial en sus actuaciones y no dejar que sus propios intereses o prejuicios influyan en la representación de sus clientes.
Integridad:
El abogado debe ser honesto y actuar con integridad en todas sus actuaciones.
Reglas de conducta profesional:
El abogado debe actuar con probidad y buena fe, evitando la mala fe.
El abogado no debe aconsejar actos dolosos, afirmar o negar con falsedad, ni hacer citas inexactas, mutiladas o maliciosas.
El abogado debe evitar cualquier acto que estorbe la buena y expedita administración de justicia.
El abogado debe actuar con dignidad y cuidar su honor y reputación profesional.
El abogado debe evitar conflictos de intereses.
El abogado debe renunciar a un caso si descubre que el fin o los medios son ilegales, o si surge un conflicto de intereses.
Importancia de la ética en la abogacía:
La ética en la abogacía es esencial para garantizar la confianza del público en la profesión, mantener la independencia del abogado y asegurar que el sistema judicial funcione de manera justa y equitativa. La ética también juega un papel importante en la formación de abogados competentes y en la promoción de la justicia social.
En resumen: La ética del abogado se basa en un conjunto de principios y normas que guían su conducta profesional, promoviendo la honestidad, la integridad y el respeto por las leyes y la justicia. Estos principios son esenciales para la confianza pública en la abogacía y para garantizar que el sistema judicial funcione de manera justa y equitativa.
El autor es abogado, imparte docencia en las prestigiosas universidades UCE, UFECH y UNIREMHOS.
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